¡AMIGOS! ¡COMPATRIOTAS! ¡ESPAÑOLES!
¡LA UNIDAD DE LA PATRIA ESTÁ EN PELIGRO!
En peligro de destrucción. En peligro de
disolución. En peligro de atomización. En peligro de desintegración. En
peligro de mutilación. En peligro de claudicación.
La acción disolvente y corrosiva de los
separatismos locales y periféricos; de los enemigos endémicos de España;
de los patrocinadores de un conglomerado nacionalista, de naciones
inexistentes, que pretenden, por métodos violentos, en unos casos, o
mediante el trapicheo político, en otras circunstancias, atentar contra
la sagrada Unidad de la Patria, que quieren robar y devorar España a
dentelladas, como Saturno a sus hijos, y enfangarla en una riña a
garrotazos, es lo que justifica y alienta que hoy y ahora, un nutrido
grupo de patriotas, se congregue y marche erguido y compacto , para
lanzar el grito de alarma y dar la voz de alerta al noble, pero hoy
aletargado, pueblo español, cuando se pone en entredicho la suprema e
inalterable Unidad Nacional.
Nos asiste una poderosa razón para
nuestra rebelión de acudir solícitos a nuestros puestos de defensa y de
combate, porque la Unidad de la Patria no se otorga, ni se concede, sino
que se defiende o se conquista. A nadie se le puede tildar de traidor,
absolutamente a nadie, por amar y luchar por la defensa de la Unidad, de
la Libertad y de la Grandeza de su Patria y sí por lo contrario.
España no es una marca, como quieren
hacernos creer los nuevos mercaderes que nos gobiernan, sino una
profunda e indeleble seña de identidad; España, no es un mito, sino una
sempiterna realidad tangible, histórica, territorial, política, social y
cultural; España no es una entelequia, sino acto y voluntad firme,
forja y aleación de siglos de sacrificio y de gloria; España es el
conjunto y la totalidad de todas las partes hermanadas al unísono, de
todas las estirpes que la integran, siendo incompatible con los
despojos que se quieren hacer de ella; España no es un negocio
expuesto a las transacciones episódicas y circunstanciales de la
conveniencia, la especulación, la ocasión o el momento oportuno, sino
la entidad sólida que, en su totalidad y unidad, es depositaria del alma
nacional; España no es un mero argumento, sino un sentimiento profundo y
duradero, el solar colectivo, la Patria común y solidaria, ente
soberano, único e indivisible, de todos los españoles, en sentido físico
y metafísico, en clave de orgullo y pasión, de empirismo y de mística a
la vez; España no es un misterio, porque su unidad es única o dejará de
ser España en esencia, raíz, vigencia y trascendencia; España no es
sólo la leyenda y la cuna de los forjadores de un pasado hidalgo e
imperial, sino la plataforma de proyección de nuestro mejor futuro, es
la trayectoria conjunta de nuestro destino, en aras de un porvenir más
prometedor.
Esta marcha, cuando otros, de forma
cobarde, guardan un silencio vergonzante e incluso les hacen el juego y
pactan con los separatistas, nosotros, ante la grave crisis de valores y
conciencia en la que estamos sumidos, con este gesto de afirmación y de
confirmación por la Unidad de España, que tanta sangre derramada, tanto
heroísmo y tanto sacrificio de nuestros ancestros costó lograr y
consolidar, tras ocho siglos de ardua Reconquista, salimos a la calle a
reivindicar y decir bien alto, de forma rotunda y contundente, que la
Unidad de la Patria es inviolable y que ninguna de sus partes, con
añagazas, puede suplantar la soberanía nacional. Por eso, hoy, en el
corazón del epicentro de España, invocamos de nuevo con orgullo, nos
ratificamos, en la irrenunciable Unidad de España con un sentido
patriótico, al mismo tiempo, tradicional, porque nace de nuestras
entrañas, y revolucionario, porque es un fiero desafío inaplazable,
que emana de nuestro honor y nuestra dignidad filial, ante el acoso de
los demoledores. Por eso lanzamos, hoy, la consigna de la Unidad de
España, como un grito de amor y de guerra, por entender que esta causa
es patrimonio y tarea de todos; que para esta santa misión nos
encuadramos como soldados al servicio permanente de España, por ser la
herencia de nuestros mayores y el suelo y el cielo de las generaciones
venideras.
Nos impulsa a salir al ágora, a tomar la
calle, el ímpetu sano y natural de pronunciarnos, sin titubeos, por
la cohesión sin fisuras entre la integridad de las tierras y la igualdad
solidaria de los hombres de España, eliminando discriminaciones entre
sus gentes, donde no tengan cabida separatistas ni separadores, para
potenciar su unidad, en estos momentos de turbulencia, pues somos
conscientes que, reforzando su unión vinculante, es ahí donde radica
su principal fortaleza. Y lo hacemos por ser ésta una cuestión de
principio, de honor y de dignidad, que debe albergar en nuestros
corazones con sentido prioritario. El mayor reto que se nos presenta
hoy, que debe constituir por ello nuestro primer objetivo, por ser el
más valioso y fecundo, es el de la defensa a ultranza de la Unidad de
España. En este empeño, actuaremos de forma rotunda e intransigente, sin
concesiones ni resquicios, a diestra y siniestra.
Es triste contemplar la tibieza con la
que la Monarquía asume, en estos momentos de su putrefacción intestina,
la defensa de la Unidad Nacional y como el Ejército profesional calla, y
se muerde la lengua, ante las agresiones persistentes, cada vez más
subidas de tono, contra la Patria, a la que les recordamos que han
prestado juramento de lealtad, servicio y fidelidad castrense en
defensa de su integridad.
No es admisible, ni se puede aceptar
bajo ningún concepto que, en la actualidad, ocupen escaños en el
Parlamento español y se sienten en las instituciones del Estado, hombres
y siglas de partidos quienes tanto odio y rencor destilan contra
España como Nación y que faenan, sin pausa, en hacer todo lo posible
para su destrucción y desguace. Es imprescindible que se extirpen de
raíz quienes proyectan el aniquilamiento de la Unidad y el relajamiento
de los vínculos nacionales de la Patria, que tiene que ser el
referente, como realidad viva, actuante y presente, de todos los
españoles, con una fuerza moral profunda. Hay que dejar ya de
contemplar, con paciente resignación y apaciguamiento, a aquellos que
están favoreciendo, con su actitud activa o pasiva, el peligro
acuciante del secesionismo, fomentado por los separatismos que se
están inoculando en la urdimbre.
Si alguien persiste en atacar nuestra
irrevocable Unidad, como nación y como pueblo, o pretende desarticular o
desvertebrar el ser nacional, profanar u ofender los símbolos
representativos de España: la enseña que hemos jurado, el himno que
entonamos y la expresión y el verbo por los que todos nos entendemos y
nos comunicamos, buscando con ello socavar los sentimientos patrióticos
y romper y descoyuntar la Unidad de España, sépase bien que, desde
ahora, estos delitos y crímenes de lesa Patria no nos van a dejar
indiferentes y daremos la respuesta adecuada y contundente que la Patria
nos demanda, en el cumplimiento de nuestro deber y en defensa del
interés general, que exige la aniquilación de los perturbadores de
nuestra paz social quienes, hasta ahora, han venido actuando y
manipulando con impunidad, dejando constancia que, quien busca y
pretende la destrucción de la Unidad de España, se va a encontrar con
hombres y mujeres que no reniegan de su condición de españoles, ni de
su espíritu de combate, ni tampoco les falta el valor ni el coraje,
para luchar, e incluso ofrendar su existencia, si fuere necesario, al
servicio de la España inmortal.
¡Por la Unidad Nacional!¡Arriba España!
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